En medio de campos de arrozales, apartado de las bulliciosas calles de Ubud, se alza la obra de un matrimonio de una balinesa y un israelí que creyeron y siguen creyendo en los beneficios de la cocina orgánica y de los alimentos recién recogidos de la huerta.
Allí, en medio de los arrozales y después de un caminar unos 15 minutos llegamos a SARI ORGANIK y comenzamos a ver los huertos que después surten la cocina.
Llegamos y la sonrisa de la propietaria (gran amante de los rítmos latinos) nos recibe. Mesas y camas serán el repositario de nuestros cuerpos. A continuación miramos la carta con una amplia variedad de productos y platos de la cocina indonesia así como internacionales. Sus ensaladas variadas y grandes pueden llegar a saciarnos. Mezclas de zumos de frutas completan su carta.
En el restaurante podemos ver unos carteles que solicitan a los comensales que se abstengan de fumar mientras estén dentro del mismo . El problema es que varios de esos comensales (europeos la mayoría) optan por "no ver" dicha recomendación. Los camareros indonesios tan educados cómo tímidos, a pesar de que los carteles anuncian que si otros comensales se quejan del mal hábito de sus vecinos de mesa, éstos intervendrían, la verdad es que no lo hacen.
En general una buena experiencia culinaria, sensorial y por eso la recomendamos aquí.
2 comentarios:
Que buena pinta tiene el sitio!
es sin duda la típica acción de los fumetas, egoístas y sin educación y más cuando están tan lejos de sus países y saben que pueden hacer lo que les de la gana (actitud neo-colonialista). Por otro lado, el lugar está padrísimo, me lo apunto.
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