Cielo azul, aguas turquesas y cristalinas, arena blanca y vegetación exhuberante. Con este paisaje, no es de extrañar que el británico Brendon Grimshaw plantara el periodismo y se instalara en las Seychelles, después de comprar en 1962 la isla de Moyenne por 8.000 libras (unos 15.000 euros), con sus historias de piratas y fantasmas.
Hoy tiene 83 años y sigue haciendo la vida de Robinson Crusoe que eligió hace casi cuatro décadas."¿Arrepentirme?", se pregunta. "¡Qué va! Hoy, volvería a hacer lo mismo. Soy afortunado. La mayoría de gente sueña con retirarse a una isla solitaria y yo he podido hacerlo", afirma en la terraza de su casa, desde la que se ve una panorámica soberbia del Parque Nacional Marino de Santa Ana. "Mire esto, es un lujo. Aquí viene gente de todo el mundo para disfrutar unos días de este paraíso y yo vivo en él".
Pero le debió costar. Grimshaw había trabajado en el East African Standard, diario de Nairobi, y por entonces editaba dos periódicos en Tanzania y era corresponsal de la agencia Reuters. A sus 37 años era un hombre agasajado por políticos y diplomáticos. "Cada día tenía una cena o un cóctel", admite.Ahora, lleva media vida levantándose temprano. "Antes trasnochaba y hoy madrugo, pero Dios sabe que hice bien. No se me había pasado por la cabeza, pero vine de vacaciones y me quedé hechizado", recalca. Lo primero que hace es dar de comer a las 105 tortugas gigantes, todas con nombre inglés, francés o criollo. Y también a los 3.000 pájaros de 250 especies que anidan en la isla. Coge una carretilla cargada de arroz y va dejando un reguero de granos por el sendero que rodea la isla, que le lleva 40 minutos recorrer. Después coloca carteles con el nombre botánico en los árboles más singulares."Hay más de 16.000 árboles y la inmensa mayoría los hemos plantado mi amigo René --apodado el Viernes-- y yo. Cuando llegué no había nada.
Los buscadores de tesoros lo habían arrasado todo", dice. Él mismo anduvo obsesionado con encontrar el oro y las joyas que el pirata Olivier Lauasseur, la Buse, enterró supuestamente en la isla, antes de que Francia lo colgara.Durante 30 años hizo hoyos de seis metros de profundidad, y nada. Él y su amigo René --un nativo-- llegaron a usar dinamita, según confiesa. Al final lo dejaron, desilusionados y exhaustos: "Era un ingenuo. Me pasé 30 años buscando el tesoro, hasta que me di cuenta de que el verdadero tesoro era mi isla". Lo tuvo claro el día que llegó un jeque árabe en un yate y le ofreció 40 millones de euros por la Moyenne. "¿Cuánto cree que tardé en responderle?", pregunta. Y él mismo se responde: "Un segundo, je, je, je...".
"Ya sé --prosigue--, ya sé lo que me va a decir: que es mucho dinero. Lo sé. Soy viejo, pero no estúpido. Podría viajar por todo el mundo y no tendría tiempo de gastarme ese dinero. Pero es demasiado tarde y además, ¿dónde voy a encontrar un lugar más bonito en el mundo?" Llegados a este punto se pone trascendental. "Ya tengo mi tumba preparada", dice. Se trata de un panteón situado junto a las tumbas de dos piratas, rodeadas de árboles de mangos y cocoteros.Esas tumbas son las únicas construcciones de la isla. El resto --la capilla, la casa museo y la vivienda del experiodista-- son prefabricadas de madera. Grimshaw lo ha dispuesto todo para que siga siendo así por los siglos de los siglos.
El dueño de la Moyenne acaricia su yorkshire antes de revelar su última batalla. "Una fundación velará para mantener intacta la isla. Las Seychelles están en peligro porque ha llegado la fiebre constructora. Levantan hoteles en todas las islas, pero aquí no será así. No he trabajado de sol a sol todos los días para que ahora llegue un rico y se cargue este paraíso". Chapeau, mister Brendon Grimshaw.
2 comentarios:
saludos, Juan
lei tu correo en mi proxima actualizacion de pagina incluyo tu direccion a mi lista....
Gracias,
Alain
"Cielo azul, aguas turquesas y cristalinas, arena blanca y vegetación exhuberante", asi es como se pueden describir muchas playas de las 17.000 islas del archipielago indonesio.
Saludos.
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